martes, 18 de enero de 2011

Ryanair y el pudor de la ramera. Mamotreto I.

Hoy tampoco puedo contarles que Eos, la diosa de los dedos rosados, inventó el rubor. Y que al amanecer sorprende a los amantes entregados en hacer mapas del cariño con manos que son escoplo de escultor, o tal vez con limas o con espejos sin fondo (por que cada uno dibuja mapas con lo que quiere y con quien quiere, y si lo hace con quien no quiere pagará el precio del olvido y sus mapas quedarán en folio en blanco). Y cuando ésto ocurre, la diosa se enrojece de vergüenza y su sonrojo es tan grande que contagia a los amantes tímidos, y hasta tiñe el cielo de pudor rosa. Pero no puedo. Y no puedo porque un pudor general, más basto, más tirando a marrón-caca se va apoderando de España, espantando a los amantes, a la diosa, a los viajeros y en general a todo el que no sea ministro - que vienen todos de fábrica sin rubor - tras escuchar la noticia de que, a lo mejor, Ryanair nos estaba tangando.

¿Es posible que las otras compañías aéreas tuvieran razón? ¿Es posible, ¡oh espanto!, que los controladores tuvieran razón? ¿Es posible que las asociaciones de usuarios tengan razón? ¿Es posible que todos ellos, que han denunciado que Ryanair tanga y tanga, y no para de tangar, tengan razón? No, majo, no. Por que el minsitro no ha dicho que esta compañía sea una privilegiada. Y ya saben, como ha quedado demostrado, que Privilegiado es quien diga el ministro. Y además, Michael O´leary, gestor supremo de Ryanair y líder mundial e incluso universal del Bien Empresarial, no puede no tener razón. Pero una juez de Barcelona, un coral deslumbrante en este desierto de mojamas descerebradas, manatíes casposos y de mandriles adormecidos, ha dicho que no, que basta.



domingo, 16 de enero de 2011

Rubalcaba y el azote de papá.

Venía yo hoy a explicarles que el amor es ese pasajero intempestivo; ese viajero impuntual que nos obliga a matar el tiempo; esa visita que siempre llega demasiado tarde o demasiado pronto y nos fuerza a parar el reloj para que siempre llegue en hora; que nos hace darnos cuenta de que corresponder al amor siempre es no hacerle notar que todavía no, o que ya no ... y de repente mi papá político, Alfredo, me ha dado un azotillo. Y claro la poesía se me ha ido al carajo, y el huesped que era el amor ha sacado sus alas y ha echado a volar, dejándome con la mano en ... las manecillas del reloj. Y es que tocaba de nuevo hablar de los privilegios pepiñescos de los Controladores Sinvergonzones, y ellos también han salido corriendo (tranquilos, han salido corriendo los privilegios, no los controladores. Cancún está asegurado).


Ha sido por Alfredo. Y no es por que Alfredo sea feo y el amor sea un niño asustadizo y malcriado, que también. Es por que ese amor que me tiene Alfredo es un poco ortopédico. Es un amor educador, que pretende llevarme a mi sitio. Es un amor platónico. Y con gusto les explicaría yo que el amor platónico es ortopedia, pero también magia. Y con gusto les explicaría también que el sitio al que pretende llevarme Alfredo no debe ser muy bueno, por que él y sus compañeros de trabajo no quieren ir. Pero cuando estoy a punto de hacerlo, una luz intensa me ciega y me obligo a volver la vista, y de repente me encuentro con esto:



viernes, 14 de enero de 2011

Tiresias y los Privilegios de los Controladores. Otros Privilegios y Conclusiones absurdas.

¿Conocen la historia de Tiresias, el viejo adivino ciego? Él fue hombre y mujer. Y gracias a ello supo dividir el placer en partes, y gracias a ello supo cuántas correspondían a la mujer y cuántas al hombre. En ese momento, justo ahí, el placer pasó a ser objetivable. Matematizable. Se podía, a partir de ese momento, contar y pesar. Cuánto y cómo. Por ejemplo, ponte así mejor, y de esta otra forma no que es peor. Tiresias pagó por ello, pero nunca lo suficiente. O tal vez su ceguera no fuera si no la recompensa por desarmar esa fuerza imparable, por hacerla repetible. Quisiera explicarles por qué, cómo y cuándo ocurrió esto. Decirles cómo cayó en la trampa de un dios implacable. Y también decirles quién ganó - si el hombre o la mujer-, y por qué. Pero no puedo, como ya se imaginarán. En vez de eso tengo que hablarles de mí como controlador y como mandril. Y hablando de Tiresias y de mí, tenemos algunas cosas en común. Yo también he sido cosas distintas: Yo, que he sido no-controlador y controlador; que ahora soy un privilegiado no-privilegiado; que pertenezco a un país democrático anticonstitucional; que leo prensa independiente dependiente del gobierno; que me someto a jueces independientes gubernamentales; que soy acusado por un ministerio fiscal que asiste a los consejos de ministros; yo no puedo hacer otra cosa que contarles los privilegios que gozo como controlador y como mandril. El ministro de Fomento, ese nuevo Príncipe de la Paz Controladora, ese hombre sabio que sabe mucho de ... de ... de algo - y si no se paga 200 asesores y ya está - nos marca otro camino. Y, decretazo a decretazo, tacita autoritaria a tacita autoritaria, ustedes y yo hemos ahorrado para comprarnos un billete de Ryanair al único sitio al que va Ryanair: a la mierda laboral. (Usted también, sí. Espere a ver la próxima reforma laboral encubierta que llega ya mismo). Sigamos el camino que nos marca el destino. ¿Pagaré, como Tiresias, por contar el placer del ministro? Del goce del aplastamiento de los controladores, ¿quien se lleva la mayor parte? ¿El pueblo sediento de venganza? ¿Quinientos mil millones de moscas armadas con la razón de ser muchas? ¿La ignorancia hecha carne en el ministrillo incompetente? ¿La prensa servil? ¿El poder judicial-ejecutivo? Vaya, vaya. Qué de candidatos.

¿Qué otros privilegios, aparte de los ya mencionados del salario y la jornada laboral, tienen los controladores?

Otros privilegios: la organización del trabajo




martes, 11 de enero de 2011

Vuelve Anacleto

No hay forma de seguir un orden establecido de antemano en este blog. Cuando estaba a punto de, por fin, explicarles que el poeta debe callar ante el beso simple, y dejar que hable el amor; y todo ello para que el mundo sea nuevo;

Es más, cuando estaba a punto de decirles que de esto último tampoco podré hablarles hoy por que faltaba completar el ciclo de Los Privilegios de los Controladores; justo en ese momento, coge, agarra, va y aparece un amigo de antaño. Y entonces se acabaron los poetas, los besos, el mundo nuevo, los privilegios, y, finalmente, el orden establecido.

No se como decirles esto sin emocionarme y mojar el teclado con lágrimas recientísimas. No de las que guardo para las ocasiones oficiales, no; no de las que echa el Ministro de Pepiños cuando muere un soldado español, tampoco; no de las que manan con abundancia de los lacrimales del Ministro de Aminóaminó cuando le remodelaron y él que ya se había acostumbrado al cargo, no; No. ¡¡NO!! Lágrimas de verdad. Pero ustedes quieren saber de qué estoy hablando, y yo, como siempre, en plan filósofo. Por las ramas. Vamos a ello.


sábado, 8 de enero de 2011

Los privilegios de los Controladores. La jornada laboral.

Qué hermosa tarde para pararse a escuchar el sonido del mundo; y es que, tal vez, esa música redonda sean cantos de sirena; tal vez no haya otra música que la música del corazón; la música interna; la única música. Pero hoy, más urgente cada vez, más imperioso, el negocio redondo de los controladores de los controladores, esos enanos anticonstitucionales, nos saca del sueño a los mandriles mansos, y no les podré contar lo del espejo y la espuma, y todas esas cosas que quedan pendientes para una ocasión menos pepiña.    Apago la música del mundo, como decía, y pongo en marcha el magnetófono repetitivo y lerdo con el último "hit" de la temporada laboral: "cáguese usted en un controlador privilegiado". Lo enciendo y sale una voz de muerto cerebral que repite sin cesar que hay que acabar con los privilegios de los controladores. Qué les voy a contar que ustedes no sepan. 

Pero es que estos días, con una actualidad que rabia desde la impotencia de sentirse arrumbada, ha salido la noticia de que AENA, ese zoológico donde caben desde cagadas de elefante hasta mandriles pasando por manatíes y por urracas ladronas, AENA, decía, cerró el espacio aéreo español el día 3 de diciembre cuando podría no haberlo hecho. Es decir, que el 3 de diciembre, el día en que los controladores aéreos cerraron el espacio aéreo y dejaron de trabajar, mire usted por donde ni cerraron el espacio aéreo ni dejaron de trabajar. Dos aclaraciones al respecto, por si no ha quedado claro: