miércoles, 28 de noviembre de 2012

DON PICARÓN Y EL EXTRAÑO CASO DE LOS ERE DESCOMUNALES

Telemadrid e Iberia son ambos, hoy mismo, víctimas de dos ERE paquidérmicos. Afectan a un porcentaje de plantilla tan enorme que sólo cabe pensar que algo anda podrido por ahí dentro. Porque puede ser que por la crisis haga falta una reforma, pero que se puedan desprender de todos los trabajadores - o sea, que se quedan todos los jefes, pero sin indios- es un disparate tan grande que es imposible que se haya producido de repente.

Es más que posible que tanto una como la otra empresa necesitaran una reforma y tal vez una reestructuración. Lamentablemente, una vez más en nuestra historia, nuestros gobernantes en vez de tomar las riendas y pensar en el bien común, han dejado que entren los pícaros a solucionar la papeleta, pícaros españoles disfrazados de empresario o de político, y representados por el pícaro de pícaros a quien llamaremos hoy Don Picarón.

En vez de buscar la viabilidad de Iberia, se ha puesto en manos de un buscón que se la ha regalado a una compañía británica, que no es mala por ser británica, si no porque lo que ha hecho es hacer crecer su parte mientras destruye la nuestra y se queda con el negocio que generaba. Mal negocio hemos hecho. Iberia tenía la posición dominante en las conexiones con Latinoamérica. Don Picarón, en vez de hacer una reforma razonable y preservar esa posición, ha desbaratado Iberia. Y lo ha hecho con un sueldo lleno de ceros, que no refleja para nada lo que predica para sus empleados.

En vez de buscar la viabilidad (calidad de programación, liderazgo, búsqueda de mercados alternativos) de Telemadrid, se ha puesto la cadena de TV en manos de Don Picarón que ha encontrado la forma ideal de deshacerse de ella: echando a todo el mundo. Como no va a dejar de emitir, lo que ocurrirá es que su programación se elaborará en productoras externas. Las malas lenguas comentan que ésas productoras ya existen y tienen dueño. Don Picarón ha echado a todos los profesionales que acabarán trabajando para la productora de unos colegas de picardía, pero a mitad de precio y doble de horas.

A Don Picarón se le ha visto recientemente cerca de Iberia y de Telemadrid, y sospechosamente han aparecido a su lado dos ERE de tamaño descomunal.

Hace dos años y medio a Don Picarón se le vio cerca de los controladores aéreos. Seguramente hacía falta una gran reforma en el sector. Sin embargo, en vez de acometerla con valentía y con seguridad, nuestros gobernantes llamaron a Don Picarón que se trajo consigo a todos los buscones y pícaros. En vez de un sector de navegación aérea sano y funcional, acabamos con un espacio aéreo cerrado y una militarización inconstitucional por todos lados; un clima laboral infame y la seguridad escondida debajo de una consola del susto que está pasando. Por cierto, al respecto:

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/27/economia/1354022186.html

Ustedes pensaron que en realidad el menistro del momento había llamado a un Superhéroe para que acabara con los Supervillanos Controleitor que amenazaban con destruir España con sus privilegios. Pero al final no era un Superhéroe. Era Don Picarón disfrazado de Capitán América, que venía a engrosar sus propios privilegios. Y aparecieron escuelas de control a 40,000 el curso para acceder a trabajos de 1,000 euros al mes. Y todo un negociete paralelo de construcción de aeropuertos vacíos inútiles quedaba oculto tras el disfraz de Don Picarón. Aquí no se produjo un ERE por imposibilidad técnica,  no por falta de ganas.

Decía Ortega y Gasset que el problema de España era la falta de un proyecto común que aunara los esfuerzos de todos los españoles y creara una nación de verdad de la buena. Y no era culpa de nadie, ni la responsabilidad recaía de forma mayúscula sobre uno de los agentes sociales. Era mucho más sencillo: los gobernantes y gestores públicos, empresarios y poderes varios eran incapaces de generar confianza en el pueblo llano. Y el pueblo llano era incapaz de aunar sus esfuerzos en torno a un proyecto único.

No gestionar nada y dejar la gestión en manos de los pícaros y los buscones, genera una desconfianza que imposibilita el proyecto común de España. Predicar moderación y ponerse sueldos con seis ceros genera desconfianza. Echar al 80% de los trabajadores mientras los altos cargos se quedan genera desconfianza. Cepillarse las condiciones laborales a base de decretazos mientras se hacen entrevistas en gasolineras genera desconfianza. Predicar las bondades de la marca "España" mientras se regala el espacio aéreo y la compañía aérea de bandera a los ingleses, cuando éstas son la llave de nuestro principal negocio genera desconfianza. Llenarse la boca de democracia mientras se gobierna a decretazo limpio genera una desconfianza brutal. Bajar los sueldos a todo el mundo, mientras los señores diputados se lo suben ellos mismos al comienzo de cada legislatura genera desconfianza. Nadie cree en el proyecto, porque nadie lo entiende.

Hace dos años fueron los controladores. Hoy son Telemadrid e Iberia. Mañana es usted, si no lo ha sido ya. Y Don Picarón sigue al acecho frotándose las manos. Y por detrás, el murmullo creciente y preocupante de la rebelión social cada vez más cercana. España sigue definitivamente invertebrada. Y cada vez queda menos tiempo.

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