miércoles, 15 de diciembre de 2010

La Gran Cagada (una historia singular del conflicto de los controladores)

Quería, para empezar, haber escrito de otras cosas. Tal vez algo más poético, más de ficción. Incluso algún ensayo humorístico. Pero ahora mismo la cosa está que arde. Así que lo aplazo.

¿Por qué este aplazamiento? Verán, yo soy (o era, o ya no se muy bien, habrá que preguntarle al Coronel) controlador aéreo. Sí, ya se que está feo. Pero no se crean, no lo elegí tal y como está ahora. No les voy a decir que no lo escogí yo en un principio, por que sin duda el controlador se hace, no nace. O más bien, y por estirar el lugar común un poco más, nace, pero aun  no es controlador nada más nacer. Y yo tomé la decisión consciente de serlo (y además, hay cosas peores. Por ejemplo, político). Cuando digo que no lo elegí, es por que el significado de la denominación profesional Controlador Aéreo, ha variado sustancialmente desde el 4 de febrero hasta ahora, y la de ahora no es la que yo elegí: Antes del 5 de febrero, Controlador Aéreo significaba Tipo que tiene un curro difícil y de mucha responsabilidad, con algunas implicaciones chungas, pero, oyes, vosotros cobráis bastante bien, ¿no? Y tenéis un convenio bastante bueno, ¿a que sí? Jo, que suerte, oyes ¿que hay que hacer para ser controlador. Ésta es la definición del Dicshionary de la Kanfor Iuniversity, y he de decir que se ajusta mucho a la realidad. Pero, pero, pero, a partir del 5 de febrero de los corrientes (2010), la definición cambió, según se puede leer en el Dicsionairo del Ejpañol del Kongreso de los Diputados, versión revisada por el ilustre intelectual José Blanco Conceto, y que ahora dice así:




Controlador Aéreo: Privilegiado lleno de privilegios que hay que acabar con ellos y con sus privilegios insostenibles. Ganan mucho, práticamente no trabajan y tienen muchos privilegios que hay que acabar con ellos. Pero ¿serán hijos de puta, estos privilegiados? Como me cruce con alguno lo estampo, serán cabrones estos privilegiados. ¡¡¡Qué trabajen, coño!!! A cavar zanjas los ponía yo. 

Como verán, el tono de la definición ha cambiado, y tiene el marchamo y el aire correto de su autor. Pues bien, a lo que vamos: yo soy de los de la primera definición. Y ahora, estando en vigor la segunda, gracias a esa casa del saber y el conocimiento, ese tesoro de sabiduría que es el Congreso de los Diputones, que es como el de los diputados, pero con un aire más comercial, y gracias a sus prohombres más destacados, me veo en la tesitura de elegir: o soy el controlador de la segunda definición, o, con permiso de la autoridá militá compentente, no soy nada. O soy, pero poco. Me veo en breve en la segunda de las posibilidades.

Tampoco es tan difícil. Como dice esa gran masa sabia (ya saben, quinientos mil millones de moscas no pueden equivocarse), "TODOS A LA CALLE". Yo encantado, la verdad, por que es que no me veo, no me veo. Ahora que ya estamos de acuerdo en que no hacemos falta para nada, podemos tomar la siguiente medida: sustituir el control aéreo por globos aerostáticos con señales de tráfico que se coloquen en las aerovías. Siguiendo en esa línea, y dado que otro glorioso intelectual, esta vez Irlandés, va viendo que quitando pilotos se va a ahorrar una pasta, podríamos sustituir los pilotos comerciales por mandriles amaestrados, que comen poco y mal, y que además no cobran por que no saben como pedirlo. La verdad es que, teniendo en cuenta a alguno de los que me he encontrado recientemente, en algunos casos no se iba a notar la diferencia, salvo por que el mandril es más educado como mono y como persona. Claro, que, para ser justos, ellos podrían decir lo mismo de mí, y seguramente no se equivocarían mucho. El mandril siempre me ha gustado bastante. Como mono y como persona. Viendo a los padres de la patria desde fuera, ser mandril me parece muy digno.

Como corro el remoto riesgo de que alguien me lea, y como es posible que ese alguien piense que, si bien mi madre es una santa varona, yo soy un gran hijo de meretriz por tomarme esto a choteo, vaya por delante que el día tres y cuatro de diciembre-al igual que el resto de mis compañeros- no me sentí orgulloso de que, debido a esta guerra absurda, cientos de miles de personas se quedaran en tierra. Fue un desastre, y como todo desastre, hace que paguen justos por pecadores y que la gran red establecida por los actores de este bodrio se rajara por el sitio más débil: los usuarios.

En este gran maremagnum que se ha montado, o más bien que hemos montado el ministro de fomento y mi persona profesional en los últimos 10 meses, poner orden es imposible. Y la razón es que está todo tan mezclado, que da miedo verlo. El nudo gordiano se queda en un sudoku para niños, y  prefiero enfrentarme a una manada de españoles sedientos de sangre de controlador, que a un intento serio y fundamentado de desentrañar esta gran cagada.

Así que tendré que conformarme con un intento no muy serio y de poco fundamento. Por todo ello, en el próximo post les intentaré poner al día de los acontecimientos bajo el título "Las Guerras de los Controladores. Tachaaan. Los Orígenes."

5 comentarios:

  1. Jua jua jua. Ingenioso y brillante como siempre, Íñigo. Gracias por rebajar el tono de este lío. Sin humor, ¿qué queda?

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  2. Muy bueno, Iñigo. Por fin me voy a enterar de LA VERDAD y además de la de la buena, con sentido del humor, el menos común de los sentidos pero, sin duda, el mejor. Espero con ansia el próximo post. Desde ahora me considero una asidua lectora de este blog. Gracias por informar.

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  3. ¿Se puede militarizar/movilizar un mandril?.
    Dédalo

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  4. Genial. Empiezo a ver la luz al final del túnel. Nunca fué Cucumber santo de mi devoción y esta vez la ha cagado y bien cagado con el agravante de haber llenado de mierda a algunos ministros que pasaban por allí. Dos telediarios, eso es lo que les queda y agárrense que con los peperos va a ser peor. Nada, lo dicho, genial.

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  5. Gracias, Fer.
    Carmen, efectivamente, la verdad está en algún lado alejado de la seguridad absoluta y de la seriedad. Gracias.
    Dédalo, se puede pero no se debe, por que los mandriles son muy buenas personas. Salvo que ellos quieran claro. Pero un ejército de mandriles suena muy épico, ahora que lo dices.
    Tío Willy, gracias. Eres un faro en medio de la niebla poítica. (Faro aeronaútico, claro).

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