viernes, 31 de diciembre de 2010

Los privilegios de los Controladores. El retorno.


Permítanme que les diga que es una pena que lo grave nos aplaste con su peso mostrenco, obvio, plano; y que la camisa de fuerza de la inmediatez, que es esa soberana tiránica, esa forma de vida única, esa orejera de burro y para burro, nos someta a su camino. Hubiera querido hablar de otra cosa hoy. Justo ahora que desde una grieta en el asfalto, a nada que tuviéramos tiempo para escuchar, podría estar llamándonos una voz que dijera ser la Justicia, y nos pidiera que buscáramos entre las zarzas cercanas la palabra mágica para deshacer el hechizo que la mantiene presa. Justo ahora que el aire trae noticia, en un susurro casi imperceptible, de qué hay que decir para deshechizar el mundo de sus ataduras pepiñas. Pero nos lo vamos a perder. Y usted se lo perderá por lo que sea, pero yo me lo voy a perder porque soy un privilegiado.


¿Pero realmente lo soy?

Para saberlo habría que, como empezamos a hacer en el último post, ver qué es un privilegio y de qué forma se goza de él, quién y porqué lo goza. Vamos a ello.

Ya hemos visto que por tener agua corriente, algo que comer, estar vivos o tener un trabajo somos todos unos privilegiados. No serán éstos, por lo tanto, privilegios controladores. Veamos algunos otros:

El privilegio del salario y aledaños






Yo se, querido lector espectral, que usted quiere hablar de esto. El dinerito. Les pesetes. ¡Claro que sí, hombre! ¡¡Fuera complejos!! ¡¡Salgamos del armario de las razones humanitarias!! ¡¡Quememos el sujetador de los derechos del usuario!! ¡¡Dejémonos largos los pelos de esas dos hermanas voluptuosas, la envidia y la avaricia, y hablemos de la pasta gansa!! Uy, que liberación de repente. Qué goce erótico-dinerario. ¡Uy! ¡¡Aaay!! ¡¡¡Ay, que me viene, que me viene, que me aaaaaaaaaaaaahhh, cuuuuuuuuuuuuuuuuuanto cobran los controladores??!!! ¡¡¡Ufff!!!

Mientras se fuman el cigarrito, les cuento: Esa pregunta-orgasmo es única. La ha hecho y fomentado el ministro encargado de fomentar cosas. Y es que esa pregunta es el camino abierto por los padres de la patria al disfrute democrático, al placer general de la información. Pero no de una información cualquiera, si no de aquella que abre el camino para, o bien sentirse superior al que cobra menos, o bien dar rienda suelta a la indignación justa que se siente cuando otro cobra más. Es decir: si fomentamos la comparación de sueldos entre los ciudadanos a través de, por ejemplo, un ministro; y si les damos las cifras de una forma determinada, puede pasar que el otro cobre menos. Entonces, con satisfacción personal decimos:
- Claro. Por que mi trabajo vale más. 
En este caso lo de menos es si vale o no vale más. Lo importante es que quede claro que yo cobro más porque es así, porque yo lo valgo. Ahí no hay privilegio. Ahí hay derecho.

Pero también puede ser que el otro cobre más. Entonces, muy enfadados, decimos:
- ¡¡¿Cómo va a cobrar más que yo ese cabrón?!! ¿Pero será hijodeputa? 

Como ejemplo de ésto último, un probo director de medio de formación de masas, en uno de esos juicios sumarísimos que tanto disfrutamos y que se desarrollan por personal altamente cualificado en esos tribunales de excepción que se llaman "Tertulias Radiofónicas", tuvo a bien explicarlo todo. Primero, y de forma previa a todo razonamiento, condenó a los controladores a ser los culpables de todo. Y ésto por que él, tras un proceso de investigación concienzudo, lento y meticuloso que consistió en escuchar al Ministro de Fomento durante más de dos minutos pero menos de tres, lo vio claro. Después de disparar, como suele ser habitual con  estas cosas, expuso sus argumentos. Se reducían básicamente a uno: Yo también tengo mucha responsabilidad y no llego a esas cantidades que dice el ministro. Mola, ¿eh?. No dejemos pasar la ocasión de extraer la

CONCLUSIÓN PRIMERA: Un salario es alto o bajo en función de la sensación que a uno le queda tras escuchar al ministro hablar de él. Si los medios de formación de masas tienen razones para difundirlo, la sensación adquirirá rango de verdad absoluta.

COROLARIO A: Si le caes mal al ministro, o necesita bajarte el salario para nosequé, tu salario será tan alto como sea necesario para llegar a categoría de privilegio insostenible.

COROLARIO B: El salario del ministro nunca será alto.

EXTRAPOLACIÓN PRIMA: Nunca se hablará del salario del ministro.

EXTRAPOLACIÓN SEGUNDA: Los controladores son unos privilegiados.

¡¡¡Santo Dios, qué vicio!!! ¡Qué barbaridad, que ímpetu económico-salarial! ¡¡Quítense la mano de esa cartera!! Voy, voy, no se aceleren que esto acaba mal y van a acabar teniendo un coitus interruptus. Y esas cosas, si no acaban donde deben, pues muy mal, por que acabamos sintiendo desazón sin saber por qué. Calma, sobre todo calma.

Atención, que va: yo cobro lo que dice mi convenio colectivo que tengo que cobrar.

Ya, ya se que eso no deja contento a nadie. A mi tampoco, claro. Les cuento por qué y voy acabando:

¿Cómo es mi sueldo?

Yo cobro lo que está publicado oficialmente.
Yo no puedo revisar mi sueldo a conveniencia.
Yo no tengo bonus al final del año.
Mi sueldo estaba sujeto a una negociación colectiva.
Cuando he cobrado extras, lo he hecho con el beneplácito de la empresa, y a instancia suya.
El precio de las extras ha sido el que ha ofrecido amablemente la empresa.
Sobre lo que cobro pago impuestos. Todos.
No puedo compatibilizar otros sueldos.
No tengo primas de productividad por tener buenos resultados (aunque si los tengo malos puedo acabar en la cárcel y con multas de hasta 350,000 euros).
Mi sueldo sale de una tasa, es decir, de un impuesto que paga el usuario del servicio que presto. Si no lo presto, no lo paga. Si lo presto mal me puede demandar. Si lo presto mal me pueden multar.
Mi sueldo está en consonancia con los requisitos académicos, psicotécnicos y físicos que me han pedido.
Hay sueldos por cuenta ajena mucho mayores, menos justificados y, sin embargo, se abre un debate público y amañado sobre mi sueldo. Sólo sobre el mío.

Sin embargo:

¿Cómo son otros sueldos?

Hay gente que pacta su sueldo de una forma y lo cobra de otra. Y pudiera ser que lo oficialmente dicho y lo cobrado no coincida. De esto no puedo dar ejemplos. No puedo.
Hay gente que se puede revisar el sueldo a voluntad todos el años. Por ejemplo, los señores diputados.
Hay trabajadores que cobran bonus al final de cada año (y en medio también). Por ejemplo algunos empleados de banca, de constructoras etc. El bonus se recibe siempre, incluidos los tiempos de crisis. Pregunten, pregunten.
Hay personas que establecen cual es su sueldo a través de sus órganos rectores. Por ejemplo, los jueces. Por ejemplo, los señores diputados. Y un largo etc. En esos órganos rectores están ellos mismo. Vaya, vaya.
Hay personas que tienen un tipo reducido de impuesto. Por ejemplo, los señores diputados. Además, hay gente que declara lo que declara. Mi nómina es grande en términos relativos. Pero es limpia.
Hay gente que ha compatibilizado diferentes cargos todos ellos muy bien remunerados. Por ejemplo, algunos de mis jefes. Por ejemplo, los señores diputados. Por ejemplo, me aburro de contar.
Hay gente que habiendo conseguido unos resultados cuatro veces peores en 2010 que en el año anterior, han cobrado el mismo sueldo que en el año bueno.
Hay sueldos que salen de los impuestos de todos los españoles. Por ejemplo, lo señores diputados. Si no saben hacer su trabajo, o no quieren hacerlo cobran lo mismo. Si lo hacen mal cobran lo mismo. 
Hay sueldos, mayores que los míos, que remuneran un puesto de trabajo al que se puede acceder sin estudios, sin experiencia laboral, sin requisitos personales. Por ejemplo, los señores diputados.
Sobre los sueldos que no sean de controladores aéreos no se abre debate alguno. Por ejemplo, los señores diputados.


Conclusión

En todos los aspectos de mis remuneraciones encuentro gente mucho mejor colocada que yo. Yo nunca me había fijado, porque siempre pienso que lo importante es luchar por que mis condiciones sean lo mejor posible, y no que las de los demás sean inferiores a las mías. Por eso no entiendo esto:

Hay trabajadores por cuenta ajena que cobran más que yo. Pero yo soy un privilegiado.
Hay gente que cobra lo que quiere, y yo no. Pero yo soy un privilegiado.
Hay gente que cobra lo haga bien, mal o regular. Yo no. Pero yo soy un privilegiado.
Hay gente que cobra del estado, pero yo no. Pero yo soy un privilegiado.
Hay gente que compatibiliza sueldos que yo no puedo. Pero yo soy un privilegiado.
Hay gente que tiene primas de productividad, pero no pagan por su mala gestión. A mi me pasa al revés, pero yo soy un privilegiado.
Hay gente que accede a puestos de trabajo muy bien remunerados y con muchas ventajas y privilegios sin demostrar nada de nada. Yo tengo que demostrarlo, pero yo soy un privilegiado.

No sigo. No entiendo nada. España está llena de privilegios. Algunos legítimos. Otros, no tanto. De los "no tanto", los mayores acumuladores son los señores diputados. Pero hay más. Y precisamente los señores diputados, ayudados por algunos de los otros, han conseguido convencer a España de que yo soy un privilegiado. Y a mi no me salen las cuentas. ¿Por qué querría un grupo de privilegiados como los señores diputados sacarme a la palestra, fomentar la envidia, atizar los juicios sumarísimos contra controladores, hechos por tribunales de excepción, darle un paseito a la Constitución y llevársela de vacaciones lejos de aquí? ¿Y por qué querrían los medios de formación de masas echarles una manita? Algo huele mal en Dinamarca, y antes de que se pudra del todo - y ya va quedando menos -, nos adentraremos en el mundo de Los Privilegios de los Controladores. La Jornada Laboral y otros privilegios.

Desde mi burbuja Freixenet particular, rodeado de los verdaderos privilegios que sí tengo - hoy volvió a amanecer, tengo salud, las grietas me siguen llamando, el viento susurrando en el oído, las sonrisas de los demás me contagian, sigo sin tener prisa, etc -brindo con una taza de te verde y les deseo de todo corazón (pero de forma discreta, no sea que mañana salga un Real Decreto prohibiéndomelo) un feliz año nuevo. 

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