viernes, 14 de diciembre de 2012

La Rebelión Social que se avecina, IV. ¡¡¡Baja al coso, Mariano!!!

"Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás. Es la única manera"

Alber Einstein, un tipo listo.


No hay forma. Siguen sin entender nada de nada. Siguen con el abismo del que hablábamos hace poco, y el abismo les va comiendo. Ellos se dan cuenta de que están desapareciendo poco a poco, como en una especie de retrato de Dorian Gray que en vez de envejecer, desaparece. Pero no saben por qué:

http://www.eleconomista.es/economia/noticias/4464190/12/12/Rajoy-promete-actualizar-las-pensiones-en-cuanto-podamos-.html

A modo de pequeño manifiesto casero, de programa de una reivindicación de un estado vertebrado en España, reclamo lo siguiente:

No quiero que me sigan mintiendo. No quiero que me hagan promesas falsas que no saben si pueden cumplir. No quiero sedación política. Quiero que bajen a la arena. Quiero que, ya que nos han metido a todos en el fango, ahora bajen al fango conmigo.

Fíjense que no pido crucifixión, ni garrote vil, ni linchamiento. No es por venganza. Es para tener futuro. Nuestra única esperanza es que ellos, los gestores públicos, los que tienen en sus manos el poder de cambiar las cosas, nos muestren que conocen la realidad y no de oídas, si no porque la han vivido. Aunque sea de refilón.

No quiero que nos prometan que van a subir las pensiones. Porque puede ser mentira. Ellos no saben si pueden subirlas. El estado está en quiebra. Entonces, ¿para qué lo prometen? ¿Por el efecto sedatorio? ¿Para crear una esperanza que de un poco más de cuerda a la farsa?

Lo que quiero no son promesas que no saben si pueden cumplir. Lo que quiero es que bajen al lodo con el resto de la población: que se bajen las retribuciones; que dejen de volar en primera; que exijan que el congreso sustituya su Ipad por una libreta, un bolígrafo, un lápiz y una goma; que expulsen de su partido a los corruptos; que renuncien a sus coches oficiales excepto en dos o tres casos significativos; que los partidos exijan responsabilidad política a sus dirigentes; que las consecuencias de una mala gestión existan; que un perfil bajo sea mal visto en altos cargos ...

No quiero que me prometan que todo va a salir bien. Lo que quiero es que me demuestren que están dispuestos a empujar desde abajo. Que no estamos solos en esta situación. Que entienden su responsabilidad, no como un juego de promesas vanas, si no como la obligación de ponerse en el mismo sitio en el que han puesto al resto de los ciudadanos. Y desde ahí ya pueden decir y prometer lo que quieran. Ahí empezaré a creer algo.

¿Cómo va a estructurarse el pueblo español en torno a un proyecto en el que no parece que crean los que lo proponen? ¿Cómo va a superar las dificultades un pueblo que no ve que sus gobernantes estén dispuestos a sufrir las consecuencias de su gestión con todo el resto? Si yo no veo a mi representante y supuesto gestor a mi lado, ¿para qué empujo?

Obras son amores, y no buenas razones. La reforma más urgente es la de la clase política española. En torno a esa reforma habría esperanza, porque habría proyecto común. Esta reforma se hace a través de gestos: rebaja de retribuciones (no necesariamente de salarios), exigencia interna de responsabilidades, tributación al mismo tipo que el resto de los españoles, y un largo etcétera. Y cambiando la Ley de Partidos.

Por ahora, nada. No hay forma. Soledad en la arena social y laboral. Y la percepción de que nuestros responsables políticos trabajan a destajo para que todo siga igual.



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