domingo, 15 de mayo de 2011

Y ahora, ¿a quien voto yo?: I. La independencia judicial.

Como decíamos ayer, voy a empezar a comparar lo que yo querría que fuera nuestra democracia con lo que los partidos políticos que optan al gobierno de las instituciones nos prometen. Y después, en función de las coincidencias, cojo, agarro, voy y voto al que más coincida.

Y dado que el señor Sala, trabajador del Tribunal Constitucional, ha decidido que le parece intolerable poner en cuestión la independencia del susodicho tribunal, que para él es lo más sagrado, y nosecuantas cosas más de alto nivel emocional, he pensado empezar hoy por una asunto, tema o temilla que a mi me preocupa: Tachaaaaaaaaaaaaan,

TEMA 1: LA INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL EN ESPAÑA

Verán ustedes, yo no creo que en España se den las condiciones para poder pensar que el Poder Judicial es independiente. No, no lo creo. Puedo estar equivocado, por supuesto. Y mi opinión es eso, una opinión. Pero verán:

El órgano de gobierno de la justicia en España es el Consejo General del Poder Judicial.

Los miembros de Consejo los nombra, en la práctica, el Parlamento.

Los miembros del Tribunal Supremo los nombra el Consejo.

Los miembros del Tribunal Constitucional los nombra el Parlamento, el Gobierno y el Consejo.

Así que, si yo no he contado mal, en última instancia, de forma directa o indirecta, a los miembros de los dos principales tribunales de justicia que hay en este país los nombra el parlamento. Y además, nombra a los miembros del Consejo que gobierna la justicia. Y el parlamento es el Poder Legislativo. Y además, en la práctica, el parlamento rara vez toma decisiones de esa envergadura que contradigan las tesis del gobierno, que es el Poder Ejecutivo.

Si la independencia judicial es el estado de la justicia en el cual sus actuaciones son independientes de los intereses de los otros poderes del estado, algo no cuadra.

Efectivamente, cuando el Tribunal Supremo declara ilegal a la formación BILDU, el PNV se enfada. Lo cual no tendría mayor importancia, salvo por el hecho de que el PNV es el garante de que el PSOE, partido del gobierno, acabe la legislatura. Entonces su portavoz, el del PNV, se enfada públicamente. Y entonces el presidente del gobierno le invita a una reunión. Después de la reunión el portavoz del PNV ya no está tan enfadado y manifiesta que a lo mejor podemos tener buenas noticias pronto y que hay algo de esperanza. El portavoz es claramente partidario de que no se ilegalice Bildu. Y entonces el Tribunal Constitucional, con mayoría de magistrados nombrados a propuesta del PSOE, falla lo contrario que el Tribunal Supremo, y justifica las buenas sensaciones que había tenido el portavoz del PNV al visitar al presidente del gobierno, pero todo ello antes de que el Constitucional fallara.

Pues no se qué le diría el presidente del gobierno, pero una personal muy mal pensada podría llegar a la conclusión de que le explicó que no había nada de qué preocuparse, porque en el Constitucional se arreglaba todo. Y casualidad, oh casualidad, los magistrados nombrados a propuesta del PSOE votaron - todos menos uno - a favor de la tesis que mejor le viene al gobierno, y casualidad, oh casualidad, los magistrados nombrados a propuesta del PP votaron en contra. Vaya, vaya. Y la sagrada independencia echando un tufillo incómodo.

Y de los polvos de que los magistrados del Constitucional vengan de donde vienen, de ahí precisamente vienen estos lodos.

Entiéndanme, no me estoy pronunciando acerca de la pertinencia de permitir a Bildu presentarse o no (la decisión es y debe ser técnica). Lo que digo es que toda la jugada suena a mezcla de poderes con una clara capacidad del poder político-ejecutivo-legislativo de influir sobre el poder judicial en función de sus intereses. Y como éstos nuestros políticos no se distinguen por ser capaces de separar sus necesidades personales (cutres como poco) de lo mejor para el país, su interés en este caso es la permanencia en el gobierno a costa de lo que sea. El señor Sala no quiere que pongamos esto en duda, por que es sagrado. Pues a mi me parece que esta reliquia de la independencia judicial - siendo sagrada y todo eso - se ha debido de pudrir. Habría que consultar con el brazo sagrado de Santa Teresa, o con los tejidos de Santa Quiteria, para ver cómo lo hicieron. Y luego ponerle el mismo remedio a la independencia judicial. Con lo que apesta, lo que hay que hacer también, señor Sala, es hablar de ello y poner en duda lo que haya que poner, para que al menos se airee. Y enfrentarse a una realidad evidente:

La independencia del Poder Judicial no se consigue con frases vacías o declarándola sagrada y sacándola bajo palio. Eso lo intentó ya Franco y no le salió bien.

Del cuarto turno ni hablamos. De la posibilidad de que determinados jueces sean jueces sin serlo, ni comentamos. Pero brevemente les diré que una de las sentencias más dudosas que he visto en mi vida, y que me ha afectado directamente viene precisamente de un supuesto gran jurista que casualmente llegó a juez por la vía rápida, y que casualmente estaba ligado al entorno político-sindical del PSOE, y que casualmente en esta sentencia que les comento no solo abrazó sin restricciones las posturas oficiales, si no que además las amplió para solaz y regocijo del respetable. ¡¡OLE!!

Vamos a lo que vamos. Total que voy, leo los programas electorales y busco sus opiniones e ideas acerca de la justicia. Ya se que son las municipales y autonómicas, pero también se que en su programa electoral puede venir explicado cómo piensan enfrentarse ayuntamientos, cabildos y comunidades al lamentable estado de la independencia judicial. El resultado es más que decepcionante. Ni mencionarlo. No forma parte del ideario de los partidos que se presentan fomentar la independencia judicial. Lógico. No les está yendo nada mal. La situación les gusta.

Se han pensado que con decir que es independiente, ustedes y yo nos vamos a quedar tranquilos.

Pues mire por donde, YO NO. La primera cuestión que me preocupaba se queda sin resolver. O más bien se resuelve asimilando que la independencia judicial no interesa para nada a nuestros partidos políticos. Y por lo tanto la nota es ... un cero para todos.

Y yo sin poder despejar la duda: ¿A quien voto el domingo 22? Así que tengo que seguir el trabajito, y continuar comparando lo que yo quiero y lo que me ofrecen. De entrada en separación de poderes, cero patatero. Mañana vemos qué pasa con la limpieza de la carrera política.

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